De Plazas
Hoy, después de leer Sin City me dio por ojear un ebook de Angeles Mastreta que me habÃa encontrado por ahÃ. HEREJE! dirá mas de uno, pero no importa. Desde "Mal de Amores" me encanta leer a esta señora poblana. Hay algo en las descripciones de sus personas (... era un hombre de piel de aceituna y ojos furtivos que sin embargo sabÃa mirarla como si la rehiciera), o de los sentimientos (... besándose como si hubieran encontrado el absoluto / ninguna eternidad como la mÃa) que me hace seguir leyéndola.Como sea, me encontré algo que escribió sobre la Plaza Mayor de Madrid. Ella puso palabras a lo que yo sentà allá. Dos veces he tenido esa sensación: de haber estado ya ahÃ, de pertenecer ahÃ, de tranquilidad por estar ahÃ. No me refiero a lo que se le llama un dejavu, no. Es el pararte sola a contemplar el lugar y su gente y sentir - al menos en ese instante - que no necesitas nada mas, que para esto naciste. Llegue a Madrid como ultima parada de mi viaje por Europa. De un Londres majestuoso, de un BerlÃn imponente y de un ParÃs tan... parisino, que Madrid y su Plaza Mayor son poca cosa. Tal vez era que sabÃa que era mi ultima parada antes de regresar a México, o que ya me sentÃa mas fuerte después de andar sola y llorar tanto que me hacia volver todas las tardes y noches y que me hizo gastar lo de una comida en una horchata de chufa con harto hielo con tal de escribir en una mesita apostada en la plaza mayor. Ahà fui a llorar cuando me enteré que mi abuelito habÃa muerto en mi ausencia, y a donde fui escribir que me venia a Querétaro a vivir.
La otra plaza es el JardÃn Zenea en Querétaro, frente a la catedral. No se que me guió la primera vez que lo vi... no tenia guÃa de turista ni nada, solo me baje del camión y caminé. Ante mà fue apareciendo la iglesia de Santa Rosa de Viterbo, el parque Guerrero, la Casa de la Condesa y por ultimo, el JardÃn Zenea. En ese momento no sabia sus nombres ni su historia, solo eran "edificios" pero aparecian uno despues de otro como carta de presentación de este JardÃn. Me compre un vasito de elote (esquite pues) y me senté a ver sus arboles perfectamente cortados, la fuente, el cielo azul sin nubes, la limpieza del lugar. Al anochecer se ilumino la catedral y supe que tenia que volver ahÃ.
Nota de la autora: Ahora que lo releyi digo... Chale que cursi me vi.
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