Rox -not so- personal life

19.4.06

Wilby


Un tio abuelo nos dio a Wilby cuando yo tenia 15 años. Mi mama ya no queria otro perro, no hacía mas de 3 meses que Dogy habia muerto. Pero el verlo chiquito, tranquilo y los juramentos de que nosotras lo ibamos a cuidar la convenció. Desde que lo recogimos, lo llenamos de cositas, como si fuera una muñeca. Le adaptamos una canasta y se la acomodamos con cobijas. Desde cachorro le gustaba tirarse de panza y yo lo cuidaba incluso por la noche, cuando me paraba de madrugada a hacerle su papilla de croquetas.

A mi mamá nunca le ha gustado que trate a los perros como gente, porque incluso lo dejaba dormir conmigo. Con el tiempo, incluso ella lo comenzó a tratar como uno mas de la familia. No faltaba en las navidades, fiestas o vacaciones. Siempre buscamos lugares donde admitieran perritos. Asi que viajó al campo, a la playa, al lago...

No le caian muy bien los hombres, ni siquiera mi papa, a quien le gruñía con solo ponerle cara fea. Tampoco le gustaban los perros negros y se creia muy macho en el parque, lo que nos causó mas de un susto. Tampoco era muy inteligente y nunca lo entrenamos, pero de menos hacía caso. La unica gracia que tenía es dar besitos. Movía el hociquito cuando tronabamos la boca como dando besos.

Tal vez no era nada del otro mundo, pero 16 años lo vuelven parte de nuestra rutina diaria. Los ladridos al llegar a casa, las caritas de desesperación por salir o de ver maletas de viaje. Su cola entre las patas al regañarlo por correr hacia el parque de mi casa. Las platicas con él mientras cocinabamos o veíamos la tele.

Con los años, le comenzo a fallar la vista, el oido, el hígado, el corazón y se volvió un poco asustadizo y uraño. Desde que me vine a vivir a querétaro, como que me olvidaba, pero después de un par de días ya me volvia a reconocer.

Al no verlo por más de 8 meses, me dio mucha tristeza ver que dio el viejazo, con sus patitas enclenques y chocando contra las paredes. Asi que lo volvimos a tratar como bebé, dandole su pollito bien desmenuzado y las croquetas de anciano. Sabíamos que no iba a durar mas tiempo, pero no por eso cuando ya finalmente pasa se lleva mas facil.

El domingo de ramos se cayó de las escaleras de casa de mi abuelita en México. Nosotros no estabamos y a mi abue le toco todo el susto. Al llegar, aun estaba vivo -increiblemente, porque es una buena altura- pero se veía muy lastimado, aunque no lloraba. Dormirlo fue lo mas "humano" que hacer.

Lo enterramos entre unos rosales. Mi mamá no quería que se quedara en México, pero mi papá le dijo que era mucho rollo sentimental incinerarlo y llevarnoslo. Yo no opine, porque me da lo mismo. Wilby siempre estará en mi corazón.

Cuando José Quintero le hizo su tira a Nanilka, me puse a llorar. Le escribí diciéndole lo mucho que me llegó su tira, y que, aunque no creo en dios, pero que si encontraba pruebas que existe un mas alla y que nuestros perros están ahí, en chinga me convertía. Mas humanista, Daniel opina que las vidas de los perros deberían ser mas largas y las de los hombres mas cortas.

Wilby estuvo presente mas de la mitad de mi vida. Con cada aprendizaje, cada amor, desamor, ida o vuelta el andaba por ahi para cargarlo y rascarle la pancita. Cuando me despedí de el, solo pude darle las gracias. Hay quien dice que los perros no entienden. Aunque tuvieran cataratas, sus ojitos me decían que si.